LOS PERSONAJES DE BABOT
BUSCA ESCAPES PARA NO ENFRENTARSE A LA VIDA...
Por: María Antonia Guerra Vergara
I. CULPABILIDAD Y CASTIGO
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Jarl Ricardo Babot, Dramaturgo panameño |
El ser humano vive en constante lucha consigo mismo. El vencerse a sí mismo es un problema existencial. La persona neurótica trata de evitar la ansiedad abandonándose a la libertad irresponsablemente o, viceversa: controlando obsesivamente cada acción; pero ninguno de los dos procedimientos dan resolución. La persona sana es la que elige entre los dos extremos.
Adentrándonos en el universo dramático de Jarl Ricardo Babot, el personaje por el miedo a vivir, a menudo, permanece virgen, inviolado, en el sentido de que no se enfrenta al mundo para aprender a vivir con el dolor, la desolación, la alegría, la esperanza, el optimismo; ya, previamente, el hombre, nace sabiendo que está estigmatizado, que trae una culpa recóndita y su actitud de antemano es derrotista.
A lo anterior se suma el hecho de que, los personajes nacen vulnerables, es decir extremadamente sensibles y no resisten el dolor humano, no entienden la absurdidad de la vida, lo inútil de lo trágico. Babot no encuentra explicación al dolor humano (lo expresó en conversaciones informales).
Por otro lado, el drama Babotiano tiene elementos del absurdo, del existencialismo, del simbolismo.
Si convenimos que en el existencialismo se ha preferido un nuevo drama deslindado del realismo tradicional, cuyos personajes son derrotados, náufragos, que subsisten sin permearse con los demás, en fin.... ; entonces en el caso del teatro de Babot, quien cuenta historias desoladoras, con personajes infelices y derrotistas que, desde que tienen conciencia de haber nacido y vislumbran el mundo y la desolación externa, interpretan que esa realidad de nacer y de vivir es un castigo: personajes enjaulados, encerrados en sí mismos y en quienes nadie entra y que tampoco ellos pueden salir de ese mundo; personajes que eligen o siguen conductas relacionadas con el encierro físico, mental y espiritual y no se preocupan por el intercambio con los demás: estaríamos hablando de un teatro con elementos existencialistas.
Estos personajes aparentemente no se entregan al dolor con estoicismo sino que prefieren no enfrentar la vida y toman, muchas veces, los modelos de comportamiento de los familiares que les anteceden.
Es evidente su miedo a vivir, su desolación ante la imposibilidad del amor. Sin amor no hay sincronía sana con el mundo; la conciencia se despierta ante el amor y se duerme ante la carencia, ante la no presencia de éste; este amor que nos conecta con el Ser, que nos da paso a la creatividad, a la evolución…
En la obra de Babot: «El hombre de la flor de ayer», Lucas es abandonado por su madre, en la casa de la tía Ágatha, a los tres días de nacido; su primera infancia la vive desconectado del mundo (dentro de la casa), donde la tía lo ve sólo de reflejo, le coloca la comida y huye siempre en silencio.
No hay creatividad en estos personajes porque no tienen que lidiar con el diario vivir.
El ser humano hasta para cruzar una calle, tiene que recurrir a la creatividad, sobre todo si es por primera vez que lo hace. Royo May en su libro: «El Dilema Existencial del Hombre Moderno», anota las siguiente afirmación de Nietzsch: «(...).Valorar es crear, ¡oídlo vosotros, los creadores! Sin valoración la nuez de la existencia está vacía»
May dice:
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El maestro Babot y sus colaboradoras.. |
(...) La amenaza a estos valores es lo que causa ansiedad. Por cierto, defino a la ansiedad como la aprensión producida por la amenaza a algún valor que el individuo juzga esencial para su existencia como un yo. Puede ser una amenaza a la vida física misma, por ejemplo, la muerte; o a la vida psicológica, por ejemplo, la pérdida de la libertad. O algún valor que el individuo identifica con su existencia como yo: el patriotismo, el amor de una persona en particular, etc. (103).
Cita en su libro, también, a Kierkegaard, quien dijo: (...) «La verdad sólo existe para el individuo particular en la medida en que la introduzca en la acción (...) la libertad implica siempre ansiedad potencial» (…). (96-97).
En lo relacionado con la libertad potencial del hombre, Kierkegaard pensaba que, cuantas mayores posibilidades creativas tiene el hombre individual, mayor es su ansiedad potencial (98).
Regresando al ‘personaje evasivo’ de Babot; éste, como no se siente capaz de enfrentarse al mundo, de crear; niega entonces la realidad, mediante la encapsulación y la represión, traducido a menudo en un encierro total; así no hay verdad ni acción, y sin libertad tampoco hay ansiedad.
En su obra «Silencio», el Abuelo cuida de que la casa permanezca siempre cerrada (puertas y ventanas), y en un absoluto silencio porque el ruido es el origen del mal. Al final el Abuelo mata alNieto para que éste no se asome a la ventana, ni mucho menos salga de la casa y se exponga ante el mundo. (156-160).
Pero hay situaciones en las que el personaje al quedar a la intemperie sufre el impacto ante la terrible verdad externa, como la experimentada por Renata en el episodio de la estación de trenes; que por otra parte se aprecia la desubicación e incertidumbre de Nina, al venir a colación un comentario sobre el futuro de ella. Renata es anciana y Nina una adulta.
Ésta experimenta una regresión relacionada con el episodio vivido en una estación de tren, cuando tenía 5 años; la experiencia la marcó para siempre.
RENATA: Las que harás, Nina. ¡Tienes la vida por delante!
NINA: ¿Y qué cosas haré yo, tía Renata?
RENATA: Las que harás.
NINA: ¿Es un juego de palabras?
RENATA: Ahora lo es. Después, ya no lo será.
NINA: (Estallando de pronto). ¡Yo no sé qué haré mañana, tía Renata! (Como una niñita) ¡Yo no sé, yo no sé, yo no sé! ¡No me asuste, por favor, no me asuste! (Tiene acceso de tos).
RENATA: ¡No tengo dulces, pequeña, no tengo dulces! ¡Sólo tengo mi pañuelo…(llorando)… sólo tengo mi pañuelo, pero ven, busquemos un refugio…busquemos un refugio… como allá, en la estación, todos esos heridos de guerra, pasando, pasando… busquemos un refugio, ahora, otra vez…! (la va llevando a un banco). Ven… ¡Oh, no, ahora las aves vuelven a cantar! ¡Vuelven a cantar! (Se cubre los oídos). ¡Como los muertos, como los heridos…! (35)
II. ESCAPES PARA NO ENFRENTARSE A LA VIDA
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Babot, en una de sus sesiones en Panamá |
En la dramaturgia de Babot, variados personajes optan por la evasión, la huida, a través de: elsueño, del encierro parcial o total, de la memoria escindida y guardada externamente, del nomadismo. Estas conductas implican una supresión de respuestas con el otro, con el medio ambiente; como en el caso de Ágatha que no atendió a su sobrino directamente; lo percibía por reflejos y quedó incomunicada con él durante años, a pesar de que eran los únicos que vivían en la misma casa y de que él era un niño:
AGATHA: Tres días después de tu nacimiento, tu madre desapareció.
LUCAS: Mi madre ¿desapareció?
AGATHA: Sí. Y nunca más la volví a ver. Yo fui como tu madre. Te crié. (Lo mira) Fuiste un niño, ¿cómo decirlo?, muy especial.
LUCAS: ¿Especial ¿Qué significa eso?
AGATHA: Hablaste tarde. Caminaste tarde. Pensé, llegué a pensar, que nunca caminarías, ni hablarías.
LUCAS: ¿Ha, sí…? ¿Y por qué?
AGATHA: No lo sé. Me encerré contigo. Y el tiempo comenzó a pasar. O a borrarse, más bien. O a detenerse. ¡No lo sé!
LUCAS: ¿Qué pasó, tía Ágatha?
AGATHA: No lo sé. Ya no recuerdo bien. Últimamente... todo se me olvida. A veces creo que es lo mejor: que todo se me olvide, que todo termine por borrarse, incluso yo misma. No tener peso alguno, ni en los ojos, ni en la mente, ¡solo flotar, flotar y flotar. (Larga pausa).
LUCAS: Durante años hubo un silencio sin límites en esta casa. Tú ibas de habitación en habitación sin hablar nunca, sin hacer ruido... sin hablar conmigo. Yo lloraba horas y horas... y ni siquiera me mirabas...
AGATHA: ¡Claro que te miraba!
LUCAS: De reojo. O por reflejos. Mirabas mi sombra, a veces. Nunca directamente a mi cuerpo, a mis ojos. Recuerdo, recuerdo que en alguna época de nuestras vidas ponías los alimentos, mis alimentos, sobre una mesa pequeña, de juguete. Y te ibas corriendo, dejándome solo. Y así, pasaron los años.
AGATHA: Estás vivo. Creciste. Estás aquí, ahora. Y caminas y hablas y piensas e interpretas (...). (11-13).
Entre Ágatha y Lucas no había afectividad ni expresión externa del amor, solo una desconexión enorme.
En un universo donde no se permite crear el amor, que es la primera obra de arte, sino que se destruye el hombre por el hombre —y más aún, siendo el amor una necesidad poderosa e inherente al ser—, sucede en consecuencia una supresión de respuestas, una supresión de pensamientos creativos para no lidiar con el diario vivir, ese diario vivir que será doloroso y que no tiene sentido vivirlo, con la negación al amor.
En el anterior episodio, Ágatha se deslinda de la realidad, quedando sin memoria ni consciencia; más adelante el mismo personaje recurrirá a la memoria guardada externamente para armar su historia y poder contarla a Lucas: (…)
ÁGATA: Mira, tengo algo qué mostrarte, enseñarte. (Va a un armario y trae libros y muchos documentos). Aquí está toda mi historia. (Abre páginas) Aquí está cuando bebí leche del seno de mi madre, por vez primera. (Ríe, ríen) Aquí cuando manchaba los pañales. (Pasa hojas) Más pañales, nuevas manchas. (Ríe, ríen)...Aquí, cuando me salí de la cuna y caí, (ríe, ríen)... más caídas... (Ríe, ríen)... aquí, mi diente... (...) aquí, vestida de cumpleaños... más cumpleaños... sin pasteles, con pasteles... aquí papá me golpea con una llave, lleno de furioso amor... (Ríe, ríen)... otros vestidos... otros vestidos... y algunas tardes con máscaras. ¡Mira! Más máscaras y disfraces. (Ríe, ríen. Seria de pronto) Este es... era Karl. ¿Qué estabas pensando Karl? ¿No estabas pensando ya en irte y dejarme sola, verdad, Karl? ¿O sí? Es gracioso, pero no puedo reír. Hazlo tú por mí, ¿quieres? Mira, su tumba (...). (23-25)
Esta pérdida de contacto con la realidad conlleva a una pérdida de identidad de la persona. Otros personajes babotianos que han perdido identidad, son Anna y el padre de Lucas en las obras «El viejo león» y «El hombre de la flor de ayer»:
ANNA: (…) Tengo cincuenta y un años, según mis documentos. Pero mi abuela solía decir que todos los documentos de nuestra familia estaban equivocados ¡Todos equivocados, de una o de otra manera, y en mi caso el error era de tres años antes o después de mi nacimiento! Y era de los errores…menos graves, al parecer. Mi abuelo, por ejemplo, nunca existió (…). (86).
ÁGATA: (...) Ni eso existe ya... Ven, ven, mira bien: este es tu padre... (Le enseña una hoja del álbum).
LUCAS: ¡Mi padre! ¿Cuál?
AGATHA: El de los lentes rojos.
LUCAS: No le veo el rostro. ÁGATHA: Nadie le vio nunca el rostro (…). (25).
Los personajes han quedado sumidos en una inconsciencia o semi-inconsciencia y despertar o salir de este encierro es enfrentar un castigo mayor, una culpabilidad por haber nacido, que sería la conciencia de vivir; sin embargo, no hay explicación-aparente- en las obras, de por qué el hombre se siente culpable.
Algunos personajes son conscientes de que las historias se repiten de generación en generación y, al mismo tiempo realizan acciones para impedir que familiares salgan al exterior o, algo o alguien entre a sus vidas, a su encierro físico.
El personaje de Renata, en «Las Aves», conoce la historia de sus antepasados, sabe de la desolación exterior y quiere evitar que su hermano abra puertas, ventanas, objetos:
GASPAR: (...). Pero me castigaba, ¿sabes? ¡El que te pusiera a ti a comer dulces no era castigo, era un premio! A mí si me castigaba... a veces.
NINA: ¿Ah, sí? ¿Cómo... y por qué te castigaba tía Renata?
GASPAR: (Limpiando el patio, mientras habla). Yo solía dejar abiertas puertas y ventanas de casa. ¡Siempre abiertas! Y ella se enojaba y me castigaba... pero yo volvía a dejar abiertas puertas y ventanas y ella me castigaba y yo volvía y ella me castigaba...y yo volvía...
NINA: (Siguiéndole, casi corriendo tras él). ¿Y cómo te castigaba, y cómo te castigaba?
GASPAR: (Inmóvil, de pronto). Me besaba... la punta de los dedos...luego de que (ríe)... me ordenaba hacer de estatua... durante algunas horas... sin permitirme... el menor movimiento... (19).
En el anterior fragmento, también, se puede observar uno de los planteamientos de Babot, de que todo yace en el suelo, y se corrobora a continuación:
NINA: Hoy nada es sagrado ya. Nada. Nada. Todas las cosas han caído al suelo. Y yacen sobre él…
GASPAR: Por eso yo hacía de estatua, por eso. Porque era, tal vez, lo último, lo único que podía levantarse ya en el mundo: estatuas. ¡y todo no era más que un juego! (37).
En efecto, la obra Las Aves se inicia con la caída de Gaspar que lleva consigo el alimento para las aves (11).
Otro personaje que pierde memoria es El Hijo en «El interior del pacífico reloj», que en diálogo con El padre, se calza las botas en señal de que se está calzando todos los recuerdos; entonces todo reaparece en su memoria y dice: «¡Ahora le veo a usted padre!». Recuerda su niñez, en que El Padre siempre anotó todo en muchísimas libretas (95).
Personajes como Anna, El hijo y la propia Renata, sintieron ansiedad y huyeron, herrando de un sitio a otro (nomadismo, que es otra forma de escape). El Hijo es un marino que hace más de veinte años no se ve con su padre, ahora regresa para verlo y luego irse de nuevo; este personaje expresa: «Pero no hay escape. Llevo conmigo a cuestas la bestia. ¡A todas partes me sigue! (...).
La bestia es amiga, también, de mi hijo» («El interior del pacífico reloj», 96). Anna ha recorrido 10 ciudades, por lo menos, y conoce todas las calles de ellas (El viejo león, 86). Tal parece que no hubiera escape para el personaje babotiano.
Otra forma de evasión del personaje es el sueño, como en el caso de la señora Mornig que está todo el día durmiendo con la seguridad de que los que viven con ella, no van a irse de allí y velan su sueño (La reina, obra inédita. Dato dado por Babot). Ágatha es otro personaje que desea dormir:
ÁGATHA: Un día me detuve frente al espejo. Fue como si despertara de un sueño de varios siglos. Y te vi en un rincón a través del espejo. ¿Quién eras? ¿Quién eres? Te pregunté… tú no respondiste… no hablabas…Y empecé a recordar cosas, gentes, papá, mi hermano, la puerta, mudo, quieto (…). ((14) (…)
LUCAS: (De pronto) Pero tú, tía Ágatha… quieres dormir, solo dormir… y nada más que dormir. Tú quieres morir
//ÁGATHA: También es la libertad.
CONCLUSIONES:
El personaje de Babot se siente culpable por haber irrumpido en el mundo (‘nace caído’) y asume el vivir como un castigo peor que el mismo nacimiento.
El personaje no tiene redención posible, no alcanzará la libertad (crisálida sin salida), lleva a cuestas la «bestia» («El interior del pacífico reloj» 96, «Las Aves» 39-40).
Babot plantea en su obra que no se puede explicar la infelicidad del hombre y no se encuentran los culpables.
El personaje se siente desprotegido y vive en la incertidumbre. Renata recurre al castigo para proteger a su hermano menor; pero, ¿protegerlo de qué? Los personajes no saben, muchas veces, de qué hay que protegerse («Las Aves» 37-8). Otros se niegan a vivir, de manera contundente, por miedo a lo desconocido.
El personaje Babotiano, recurre mucho a mecanismos de escape, tales como: el sueño; elnomadismo; el encierro, a veces de manera total y permanente; la inconsciencia o semi-inconsciencia, guardando la historia de su vida en libretas y álbunes; la pérdida de memoria, de manera parcial o total, como en el personaje de Ágatha, que la recupera posteriormente (14), y El Hijo («El interior del pacífico reloj» 95).
Hay, a menudo, una pérdida de identidad en el personaje, que, en algunos casos no la buscarán, ni la encontrarán.
En cuanto al autor, se traduce su gran compasión por los infelices; él desea la felicidad para los hombres. Babot ha experimentado el amor y la felicidad.
El superobjetivo en la dramaturgia es que no se pueden explicar las cosas.
BIBLIOGRAFÍA
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Badano, Alondra. Antología Crítica de la Dramaturgia Panameña. Panamá: Impresora de la Nación, 2000.
May, Rollo. El Dilema Existencial del Hombre Moderno. Argentina: Editorial Paidós, 1968.
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Rodríguez C., Héctor. «La Dramaturgia Panameña Contemporánea». Revista Nacional de Cultura N° 26. 1994: 171-78 p.
Babot, Jarl Ricardo. El Hombre De La Flor De Ayer. Manuscrito, 30 p. Biblioteca personal.
Babot, Jarl Ricardo. Días como el mar. Panamá: Editorial Universitaria «Carlos Manuel Gasteazoro», 2000.