Zona de Traducción

martes, 22 de julio de 2014

DEBUT CON NOVELA CORTA


EDITORIAL UNITED PC de ESPAÑA publica la novela«TODAS LAS FLORES SON POCAS PARA SANDRA» del escritor colombiano, GILBERTO GARCÍA MERCADO.
Oriundo de Fundación, (5 de febrero de 1965) Gilberto García viene realizando una labor silenciosa que ya comienza a dar sus primeros frutos. Con un estilo muy particular el escritor del magdalena escribe cuentos y crónicas y ahora hace su debut como novelista con TODAS LAS FLORES SON POCAS PARA SANDRA. 
El editor la ha reseñado así: 
«El amor no existe», es lo que se enseña en Colegios y Universidades. Un asesinato brutal pero paradójicamente untado de sacrificio y revelado a través de las crónicas de un redactor de judiciales, arrebata la máscara a una Humanidad insensible que ha perdido el norte.
Las confesiones de Rodrigo Barnés, «El Asesino del Amor», retrata el estado de una sociedad enferma, cuya principal salvación o «exorcismo» será el asesinato de Sandra para que la Humanidad en su degradación no avance hacia el precipicio.
A partir de ahí, el hombre volverá a enviarle flores a una mujer. Una singular historia para una generación demasiado particular.
Algunos de sus cuentos se encuentran desperdigados en los blogs La Calvaria literatura:
http://lacalvarialiteratura.blogspot.com y El Clan de los Alucinados http://alucinadosdelclan.blogspot.com de los cuales es su director.
Adquiera su ejemplar ebook en: www.amazon.com/ o la novela impresa en http://es.united-pc.eu/

domingo, 20 de julio de 2014

NUE VAS DRAMATURGIAS, NUE VAS CULTURAS...

LOS PERSONAJES DE BABOT
BUSCA ESCAPES PARA NO ENFRENTARSE A LA VIDA...
Por: María Antonia Guerra Vergara
I. CULPABILIDAD Y CASTIGO

Jarl Ricardo Babot, Dramaturgo panameño
El ser humano vive en constante lucha consigo mismo. El vencerse a sí mismo es un problema existencial. La persona neurótica trata de evitar la ansiedad abandonándose a la libertad irresponsablemente o, viceversa: controlando obsesivamente cada acción; pero ninguno de los dos procedimientos dan resolución. La persona sana es la que elige entre los dos extremos.

Adentrándonos en el universo dramático de Jarl Ricardo Babot, el personaje por el miedo a vivir, a menudo, permanece virgen, inviolado, en el sentido de que no se enfrenta al mundo para aprender a vivir con el dolor, la desolación, la alegría, la esperanza, el optimismo; ya, previamente, el hombre, nace sabiendo que está estigmatizado, que trae una culpa recóndita y su actitud de antemano es derrotista.

A lo anterior se suma el hecho de que, los personajes nacen vulnerables, es decir extremadamente sensibles y no resisten el dolor humano, no entienden la absurdidad de la vida, lo inútil de lo trágico. Babot no encuentra explicación al dolor humano (lo expresó en conversaciones informales).

Por otro lado, el drama Babotiano tiene elementos del absurdo, del existencialismo, del simbolismo.

Si convenimos que en el existencialismo se ha preferido un nuevo drama deslindado del realismo tradicional, cuyos personajes son derrotados, náufragos, que subsisten sin permearse con los demás, en fin.... ; entonces en el caso del teatro de Babot, quien cuenta historias desoladoras, con personajes infelices y derrotistas que, desde que tienen conciencia de haber nacido y vislumbran el mundo y la desolación externa, interpretan que esa realidad de nacer y de vivir es un castigo: personajes enjaulados, encerrados en sí mismos y en quienes nadie entra y que tampoco ellos pueden salir de ese mundo; personajes que eligen o siguen conductas relacionadas con el encierro físico, mental y espiritual y no se preocupan por el intercambio con los demás: estaríamos hablando de un teatro con elementos existencialistas.

Estos personajes aparentemente no se entregan al dolor con estoicismo sino que prefieren no enfrentar la vida y toman, muchas veces, los modelos de comportamiento de los familiares que les anteceden.

Es evidente su miedo a vivir, su desolación ante la imposibilidad del amor. Sin amor no hay sincronía sana con el mundo; la conciencia se despierta ante el amor y se duerme ante la carencia, ante la no presencia de éste; este amor que nos conecta con el Ser, que nos da paso a la creatividad, a la evolución…

En la obra de Babot: «El hombre de la flor de ayer», Lucas es abandonado por su madre, en la casa de la tía Ágatha, a los tres días de nacido; su primera infancia la vive desconectado del mundo (dentro de la casa), donde la tía lo ve sólo de reflejo, le coloca la comida y huye siempre en silencio.

No hay creatividad en estos personajes porque no tienen que lidiar con el diario vivir.

El ser humano hasta para cruzar una calle, tiene que recurrir a la creatividad, sobre todo si es por primera vez que lo hace. Royo May en su libro: «El Dilema Existencial del Hombre Moderno», anota las siguiente afirmación de Nietzsch: «(...).Valorar es crear, ¡oídlo vosotros, los creadores! Sin valoración la nuez de la existencia está vacía»

May dice:

El maestro Babot y sus colaboradoras..
(...) La amenaza a estos valores es lo que causa ansiedad. Por cierto, defino a la ansiedad como la aprensión producida por la amenaza a algún valor que el individuo juzga esencial para su existencia como un yo. Puede ser una amenaza a la vida física misma, por ejemplo, la muerte; o a la vida psicológica, por ejemplo, la pérdida de la libertad. O algún valor que el individuo identifica con su existencia como yo: el patriotismo, el amor de una persona en particular, etc. (103).

Cita en su libro, también, a Kierkegaard, quien dijo: (...) «La verdad sólo existe para el individuo particular en la medida en que la introduzca en la acción (...) la libertad implica siempre ansiedad potencial» (…). (96-97).

En lo relacionado con la libertad potencial del hombre, Kierkegaard pensaba que, cuantas mayores posibilidades creativas tiene el hombre individual, mayor es su ansiedad potencial (98).

Regresando al ‘personaje evasivo’ de Babot; éste, como no se siente capaz de enfrentarse al mundo, de crear; niega entonces la realidad, mediante la encapsulación y la represión, traducido a menudo en un encierro total; así no hay verdad ni acción, y sin libertad tampoco hay ansiedad.

En su obra «Silencio», el Abuelo cuida de que la casa permanezca siempre cerrada (puertas y ventanas), y en un absoluto silencio porque el ruido es el origen del mal. Al final el Abuelo mata alNieto para que éste no se asome a la ventana, ni mucho menos salga de la casa y se exponga ante el mundo. (156-160). 
Pero hay situaciones en las que el personaje al quedar a la intemperie sufre el impacto ante la terrible verdad externa, como la experimentada por Renata en el episodio de la estación de trenes; que por otra parte se aprecia la desubicación e incertidumbre de Nina, al venir a colación un comentario sobre el futuro de ella. Renata es anciana y Nina una adulta.

Ésta experimenta una regresión relacionada con el episodio vivido en una estación de tren, cuando tenía 5 años; la experiencia la marcó para siempre.

RENATA: Las que harás, Nina. ¡Tienes la vida por delante! 
NINA: ¿Y qué cosas haré yo, tía Renata? 
RENATA: Las que harás. 
NINA: ¿Es un juego de palabras? 
RENATA: Ahora lo es. Después, ya no lo será. 
NINA: (Estallando de pronto). ¡Yo no sé qué haré mañana, tía Renata! (Como una niñita) ¡Yo no sé, yo no sé, yo no sé! ¡No me asuste, por favor, no me asuste! (Tiene acceso de tos). 
RENATA: ¡No tengo dulces, pequeña, no tengo dulces! ¡Sólo tengo mi pañuelo…(llorando)… sólo tengo mi pañuelo, pero ven, busquemos un refugio…busquemos un refugio… como allá, en la estación, todos esos heridos de guerra, pasando, pasando… busquemos un refugio, ahora, otra vez…! (la va llevando a un banco). Ven… ¡Oh, no, ahora las aves vuelven a cantar! ¡Vuelven a cantar! (Se cubre los oídos). ¡Como los muertos, como los heridos…! (35)

II. ESCAPES PARA NO ENFRENTARSE A LA VIDA 
Babot, en una de sus sesiones en Panamá
En la dramaturgia de Babot, variados personajes optan por la evasión, la huida, a través de: elsueño, del encierro parcial o total, de la memoria escindida y guardada externamente, del nomadismo. Estas conductas implican una supresión de respuestas con el otro, con el medio ambiente; como en el caso de Ágatha que no atendió a su sobrino directamente; lo percibía por reflejos y quedó incomunicada con él durante años, a pesar de que eran los únicos que vivían en la misma casa y de que él era un niño:

AGATHA: Tres días después de tu nacimiento, tu madre desapareció.
LUCAS: Mi madre ¿desapareció? 
AGATHA: Sí. Y nunca más la volví a ver. Yo fui como tu madre. Te crié. (Lo mira) Fuiste un niño, ¿cómo decirlo?, muy especial. 
LUCAS: ¿Especial ¿Qué significa eso? 
AGATHA: Hablaste tarde. Caminaste tarde. Pensé, llegué a pensar, que nunca caminarías, ni hablarías. 
LUCAS: ¿Ha, sí…? ¿Y por qué? 
AGATHA: No lo sé. Me encerré contigo. Y el tiempo comenzó a pasar. O a borrarse, más bien. O a detenerse. ¡No lo sé! 
LUCAS: ¿Qué pasó, tía Ágatha? 
AGATHA: No lo sé. Ya no recuerdo bien. Últimamente... todo se me olvida. A veces creo que es lo mejor: que todo se me olvide, que todo termine por borrarse, incluso yo misma. No tener peso alguno, ni en los ojos, ni en la mente, ¡solo flotar, flotar y flotar. (Larga pausa). 
LUCAS: Durante años hubo un silencio sin límites en esta casa. Tú ibas de habitación en habitación sin hablar nunca, sin hacer ruido... sin hablar conmigo. Yo lloraba horas y horas... y ni siquiera me mirabas... 
AGATHA: ¡Claro que te miraba! 
LUCAS: De reojo. O por reflejos. Mirabas mi sombra, a veces. Nunca directamente a mi cuerpo, a mis ojos. Recuerdo, recuerdo que en alguna época de nuestras vidas ponías los alimentos, mis alimentos, sobre una mesa pequeña, de juguete. Y te ibas corriendo, dejándome solo. Y así, pasaron los años. 
AGATHA: Estás vivo. Creciste. Estás aquí, ahora. Y caminas y hablas y piensas e interpretas (...). (11-13).

Entre Ágatha y Lucas no había afectividad ni expresión externa del amor, solo una desconexión enorme. 
En un universo donde no se permite crear el amor, que es la primera obra de arte, sino que se destruye el hombre por el hombre —y más aún, siendo el amor una necesidad poderosa e inherente al ser—, sucede en consecuencia una supresión de respuestas, una supresión de pensamientos creativos para no lidiar con el diario vivir, ese diario vivir que será doloroso y que no tiene sentido vivirlo, con la negación al amor. 
En el anterior episodio, Ágatha se deslinda de la realidad, quedando sin memoria ni consciencia; más adelante el mismo personaje recurrirá a la memoria guardada externamente para armar su historia y poder contarla a Lucas: (…) 
ÁGATA: Mira, tengo algo qué mostrarte, enseñarte. (Va a un armario y trae libros y muchos documentos). Aquí está toda mi historia. (Abre páginas) Aquí está cuando bebí leche del seno de mi madre, por vez primera. (Ríe, ríen) Aquí cuando manchaba los pañales. (Pasa hojas) Más pañales, nuevas manchas. (Ríe, ríen)...Aquí, cuando me salí de la cuna y caí, (ríe, ríen)... más caídas... (Ríe, ríen)... aquí, mi diente... (...) aquí, vestida de cumpleaños... más cumpleaños... sin pasteles, con pasteles... aquí papá me golpea con una llave, lleno de furioso amor... (Ríe, ríen)... otros vestidos... otros vestidos... y algunas tardes con máscaras. ¡Mira! Más máscaras y disfraces. (Ríe, ríen. Seria de pronto) Este es... era Karl. ¿Qué estabas pensando Karl? ¿No estabas pensando ya en irte y dejarme sola, verdad, Karl? ¿O sí? Es gracioso, pero no puedo reír. Hazlo tú por mí, ¿quieres? Mira, su tumba (...). (23-25)

Esta pérdida de contacto con la realidad conlleva a una pérdida de identidad de la persona. Otros personajes babotianos que han perdido identidad, son Anna y el padre de Lucas en las obras «El viejo león» y «El hombre de la flor de ayer»:

ANNA: (…) Tengo cincuenta y un años, según mis documentos. Pero mi abuela solía decir que todos los documentos de nuestra familia estaban equivocados ¡Todos equivocados, de una o de otra manera, y en mi caso el error era de tres años antes o después de mi nacimiento! Y era de los errores…menos graves, al parecer. Mi abuelo, por ejemplo, nunca existió (…). (86). 
ÁGATA: (...) Ni eso existe ya... Ven, ven, mira bien: este es tu padre... (Le enseña una hoja del álbum).
LUCAS: ¡Mi padre! ¿Cuál? 
AGATHA: El de los lentes rojos. 
LUCAS: No le veo el rostro. ÁGATHA: Nadie le vio nunca el rostro (…). (25).

Los personajes han quedado sumidos en una inconsciencia o semi-inconsciencia y despertar o salir de este encierro es enfrentar un castigo mayor, una culpabilidad por haber nacido, que sería la conciencia de vivir; sin embargo, no hay explicación-aparente- en las obras, de por qué el hombre se siente culpable. 
Algunos personajes son conscientes de que las historias se repiten de generación en generación y, al mismo tiempo realizan acciones para impedir que familiares salgan al exterior o, algo o alguien entre a sus vidas, a su encierro físico. 
El personaje de Renata, en «Las Aves», conoce la historia de sus antepasados, sabe de la desolación exterior y quiere evitar que su hermano abra puertas, ventanas, objetos:

GASPAR: (...). Pero me castigaba, ¿sabes? ¡El que te pusiera a ti a comer dulces no era castigo, era un premio! A mí si me castigaba... a veces. 
NINA: ¿Ah, sí? ¿Cómo... y por qué te castigaba tía Renata? 
GASPAR: (Limpiando el patio, mientras habla). Yo solía dejar abiertas puertas y ventanas de casa. ¡Siempre abiertas! Y ella se enojaba y me castigaba... pero yo volvía a dejar abiertas puertas y ventanas y ella me castigaba y yo volvía y ella me castigaba...y yo volvía... 
NINA: (Siguiéndole, casi corriendo tras él). ¿Y cómo te castigaba, y cómo te castigaba? 
GASPAR: (Inmóvil, de pronto). Me besaba... la punta de los dedos...luego de que (ríe)... me ordenaba hacer de estatua... durante algunas horas... sin permitirme... el menor movimiento... (19).

En el anterior fragmento, también, se puede observar uno de los planteamientos de Babot, de que todo yace en el suelo, y se corrobora a continuación:

NINA: Hoy nada es sagrado ya. Nada. Nada. Todas las cosas han caído al suelo. Y yacen sobre él… 
GASPAR: Por eso yo hacía de estatua, por eso. Porque era, tal vez, lo último, lo único que podía levantarse ya en el mundo: estatuas. ¡y todo no era más que un juego! (37).

En efecto, la obra Las Aves se inicia con la caída de Gaspar que lleva consigo el alimento para las aves (11). 
Otro personaje que pierde memoria es El Hijo en «El interior del pacífico reloj», que en diálogo con El padre, se calza las botas en señal de que se está calzando todos los recuerdos; entonces todo reaparece en su memoria y dice: «¡Ahora le veo a usted padre!». Recuerda su niñez, en que El Padre siempre anotó todo en muchísimas libretas (95).

Personajes como Anna, El hijo y la propia Renata, sintieron ansiedad y huyeron, herrando de un sitio a otro (nomadismo, que es otra forma de escape). El Hijo es un marino que hace más de veinte años no se ve con su padre, ahora regresa para verlo y luego irse de nuevo; este personaje expresa: «Pero no hay escape. Llevo conmigo a cuestas la bestia. ¡A todas partes me sigue! (...).

La bestia es amiga, también, de mi hijo» («El interior del pacífico reloj», 96). Anna ha recorrido 10 ciudades, por lo menos, y conoce todas las calles de ellas (El viejo león, 86). Tal parece que no hubiera escape para el personaje babotiano.

Otra forma de evasión del personaje es el sueño, como en el caso de la señora Mornig que está todo el día durmiendo con la seguridad de que los que viven con ella, no van a irse de allí y velan su sueño (La reina, obra inédita. Dato dado por Babot). Ágatha es otro personaje que desea dormir:

ÁGATHA: Un día me detuve frente al espejo. Fue como si despertara de un sueño de varios siglos. Y te vi en un rincón a través del espejo. ¿Quién eras? ¿Quién eres? Te pregunté… tú no respondiste… no hablabas…Y empecé a recordar cosas, gentes, papá, mi hermano, la puerta, mudo, quieto (…). ((14) (…) 
LUCAS: (De pronto) Pero tú, tía Ágatha… quieres dormir, solo dormir… y nada más que dormir. Tú quieres morir

//ÁGATHA: También es la libertad.


CONCLUSIONES: 
El personaje de Babot se siente culpable por haber irrumpido en el mundo (‘nace caído’) y asume el vivir como un castigo peor que el mismo nacimiento. 
El personaje no tiene redención posible, no alcanzará la libertad (crisálida sin salida), lleva a cuestas la «bestia» («El interior del pacífico reloj» 96, «Las Aves» 39-40). 
Babot plantea en su obra que no se puede explicar la infelicidad del hombre y no se encuentran los culpables. 
El personaje se siente desprotegido y vive en la incertidumbre. Renata recurre al castigo para proteger a su hermano menor; pero, ¿protegerlo de qué? Los personajes no saben, muchas veces, de qué hay que protegerse («Las Aves» 37-8). Otros se niegan a vivir, de manera contundente, por miedo a lo desconocido. 
El personaje Babotiano, recurre mucho a mecanismos de escape, tales como: el sueño; elnomadismo; el encierro, a veces de manera total y permanente; la inconsciencia o semi-inconsciencia, guardando la historia de su vida en libretas y álbunes; la pérdida de memoria, de manera parcial o total, como en el personaje de Ágatha, que la recupera posteriormente (14), y El Hijo («El interior del pacífico reloj» 95). 
Hay, a menudo, una pérdida de identidad en el personaje, que, en algunos casos no la buscarán, ni la encontrarán. 
En cuanto al autor, se traduce su gran compasión por los infelices; él desea la felicidad para los hombres. Babot ha experimentado el amor y la felicidad. 
El superobjetivo en la dramaturgia es que no se pueden explicar las cosas.

BIBLIOGRAFÍA 
Babot, Jarl Ricardo. La Pequeña Orquesta. Panamá: Editorial: Universitaria Carlos Manuel Gasteazoro, 2000. 
Las Aves. 1ª edición. Panamá: Impresora de la Nación.1980.
Babot, Jarl Ricardo. Rompeolas. Panamá: Editorial Signos, 1982. 
Badano, Alondra. Antología Crítica de la Dramaturgia Panameña. Panamá: Impresora de la Nación, 2000. 
May, Rollo. El Dilema Existencial del Hombre Moderno. Argentina: Editorial Paidós, 1968. 
Camús, Albert. «El Dilema Existencial del Hombre Moderno». El Extranjero. 
Babot, Jarl Ricardo. «Las Aves». Revista Lotería N° 286. Dic. 1979: 27-50 p.


Babot, Jarl Ricardo. «Silencio». Revista Nacional de Cultura (Nueva Época) N° 26 de 1994: 155-61. 
Quirós-Winemiller, Bélgica «El Lenguaje Como Elemento Manipulador En Los Textos Dramáticos de Agustín del Rosario, José de Jesús Martínez y Jarl Ricardo Babot». 
Revista Universidad, IV Época N° 57. Sept- Dic. 1997: 125-42 p. 
Rodríguez C., Héctor. «La Dramaturgia Panameña Contemporánea». Revista Nacional de Cultura N° 26. 1994: 171-78 p. 
Babot, Jarl Ricardo. El Hombre De La Flor De Ayer. Manuscrito, 30 p. Biblioteca personal. 
Babot, Jarl Ricardo. Días como el mar. Panamá: Editorial Universitaria «Carlos Manuel Gasteazoro», 2000.

domingo, 13 de julio de 2014

LOS LIOS CON LA JUSTICIA COLOMBIANA

 EL DE MARIA DEL  PILAR HURTADO: 
UN CASO DEMASIADO PARTICULAR

Rafael E Yepes Blanquicett
Todo parece indicar que el cerco de denuncias que rodea al señor ex presidente de la «Seguridad Democrática» y senador electo, Álvaro Uribe Vélez, se está cerrando, como lo afirmó el representante a la Cámara y senador electo para el período 2014-2018, Iván Cepeda Castro, hijo del asesinado militante de la Unión Patriótica y del Partido Comunista de Colombia, Manuel Cepeda Vargas.  
 Para empezar, el «asilo político» que el gobierno del ex presidente panameño, Ricardo Martinelli, le concedió a la ex directora del desaparecido DAS, María del Pilar Hurtado, ha llegado a su fin por cuenta de la decisión de la Corte Suprema de Justicia de Panamá de declararlo inconstitucional y, como consecuencia de ello, está a punto de ser extraditada a Colombia por solicitud de la Fiscalía, entidad que la incluyó en la «Circular Roja» de Interpol para que sea localizada y capturada donde quiera que esté, con el aval de la Corte Suprema de Justicia de nuestro país.   
Hurtado está siendo juzgada por su presunta responsabilidad en las llamadas «chuzadas» que desde el DAS se realizaron contra opositores políticos, magistrados y periodistas, durante el gobierno de Álvaro Uribe Vélez. La ex funcionaria es procesada por los delitos de concierto para delinquir agravado, abuso de función pública, violación ilícita de comunicaciones, peculado por apropiación y falsedad en documento público. 
 Ya antes, en 2012, el ex comisionado para la paz, Luis Carlos Restrepo, conocido como «el Doctor Ternura» por su excelente libro, «El Derecho a la Ternura», salió del país con rumbo desconocido por orden de su «jefe inmediato», AUV.  
Se cree que «Mr. Ternura» esté en algún lugar de los Estados Unidos, pero, en realidad, nadie sabe a ciencia cierta dónde se encuentra.  
 Restrepo es juzgado por la falsa desmovilización —uno de los tantos falsos positivos— de la compañía «Cacica la Gaitana» de las  Farc, por lo que la Fiscalía le imputó cargos por su presunta responsabilidad en los delitos de peculado por apropiación a favor de terceros, concierto para delinquir, fraude procesal, y tráfico, porte y fabricación de armas de uso privativo de las Fuerzas Militares, en una diligencia donde también fueron imputados los coroneles retirados del Ejército Jaime Joaquín Ariza y Hugo Castellanos, y el desmovilizado de las Farc, Raúl Agudelo Medina, alias «Olivo Saldaña».   
 Y el 3 de julio de este año, la Corte Suprema de Justicia sentenció al exministro de Agricultura durante el gobierno de AUV, Andrés Felipe Arias, a una condena entre 7 y 33 años de prisión por el sonado caso de Agro Ingreso Seguro, declarándolo culpable por los delitos de celebración de contratos sin el lleno de los requisitos legales y peculado a favor de terceros.   
En 2011, la Procuraduría General de la Nación lo encontró culpable por irregularidades en la implementación de dicho programa, destituyéndolo e inhabilitándolo por 16 años para ejercer cargos públicos. 
Arias no asistió a la lectura del fallo por encontrarse de vacaciones fuera del país, según lo declaró su abogado, pero que estaría dispuesto a presentarse ante la justicia cuando fuese requerido por las autoridades. Sin embargo, en estos momentos el paradero de «Uribito» es incierto y se afirma que se encuentra escondido en algún lugar del territorio norteamericano, huyendo de la justicia colombiana, tal y como lo hicieron sus predecesores Restrepo y Hurtado.  
Por lo anterior, varios analistas políticos coinciden en afirmar que los tres prófugos de la justicia mencionados tienen la suficiente información que podría acabar de una vez por todas con la carrera política del creador de las «Convivir» paramilitares y del Centro Democrático, mandándolo de paso a pasar un bien tiempo tras las rejas. El debate se calentará aún más debido a la próxima «llegada triunfal» de Uribe al Senado de la República en donde sus opositores lo esperan para «comérselo vivo» o, por el contrario, él  se los «comerá vivos» a ellos. 
 

ZONA TÓRRIDA


LA SED DE LAS IGUANAS
Juan V Gutiérrez Magallanes 
Doce y media del día y el parque de las Américas de Magangué brillaba no por el efecto del reflejo de los árboles, sino por la mustia forma que presentaba la epidermis de los almendros. 
La brillantez cuprosa era por el efecto del sol sobre la superficie de la tierra. El parque mostraba la tristeza del general Simón Bolívar, la amargura del general Francisco de Paula Santander y la desdicha del general José María Córdoba, sus rostros permanecían cetrinos en respuesta al polvo levantado y a la resequedad del suelo del parque de las Américas. 
Ya no se sabía por qué se le había puesto aquel nombre, las astas de las banderas estaban agonizando por el desamparo y orfandad en que fueron cayendo los flamantes símbolos de otras épocas. 
Estuvimos al borde del paroxismo cuando observamos en la mitad de un círculo ardiente, dos grandes iguanas que se abrazaban entre sí, con el único propósito de protegerse de los incandescentes rayos del sol, aquello era peor que un desierto, porque en la ciudad hay la esperanza de un oasis, pero en aquel parque sólo quedaban las hojas marchitas que en otra época fueron los pulmones de Magangué. 
Las iguanas volteaban los ojos suplicando a los generales. 
Ellos contemplaban la desesperación de las iguanas descendientes de los primeros reptiles que habitaron el Caño de Baracoa: éste ya no estaba. Pues había desaparecido para darle vida al parque de Las Américas que ahora también agonizaba por la sed, al pie de uno de los brazos del río Yuma o de la Magdalena, una de las arterias fluviales más grandes de Colombia. 
En procura de un camino corto para llegar a nuestro destino, entramos al parque de las Américas y nos enfrentamos a aquella situación desesperante de las iguanas. 
Uno de los escritores que iba en el grupo, lanzó un grito de desesperación, —hombre criado al pie del río y alimentado con peces que copulan con iguanas—hizo un recipiente con hojas de tabaco carmero, que guardaba celosamente para regarlas al último indio chimila de Talaigua Nueva, vertió agua en el improvisado recipiente y logró calmar la sed de las iguanas. 
En el momento en que los reptiles tomaban agua, los ojos del Bolívar se humedecieron, aquella acuosidad en la efigie era por la bienvenida que le habían hecho en Santa Marta. 
Las iguanas buscaron refugio debajo de la sombra de un viejo árbol carcomido por el comején. Una vieja bandera flameaba en el árbol en oposición al calcinante sol, en ella había un letrero desteñido que rezaba: «Este Parque, es vida y sirve para la recreación de los niños, cuídelo».

miércoles, 9 de julio de 2014

NUEVO CUENTO Y CULTURA.COM

ACCIDENTE EN LA CAVERNA CHILIBRÍ
Por María Antonia Guerra Vergara

Las cavernas tienen la palabra
—Debo darme prisa, sólo queda una hora de luz, —Pensó Samuel–. Esa cueva es la última, la más grande y peligrosa. 
Tuvo dudas pero entró. Al levantar la lámpara escuchó ladridos cada vez más cerca. 
— ¿De quién es ese perro? ¿No hay quién lo controle? ¡Ayy, mi madre, suéltame la bota! Será que podré subir por aquí ¡Silencio, vete! ¿Tú eres el dueño del perro? 
— ¡No baje es un pastor muy bravo! 
— ¡Llévatelo! ¡Debo bajar, tengo que hacer una filmación en esta cueva! ¡Ayyy! 
Una bandada de murciélagos se despliega y el investigador resbala un poco. El perro ladra con mayor fuerza y no obedece al niño que hace intentos por sacarlo de la cueva. Samuel observa una pequeña caverna y se encamina a ella. 
— ¡Qué oscuridad! 
Enciende la luz infrarroja. Una serpiente se desenrosca rápidamente y se desliza hacia él, viene seguida de otras. Tienen aire de salir de su reposo místico, de su sagrario ancestral. Samuel huye explorando recovecos. 
— Esto es peor que un laberinto, ahora entiendo cómo se sintió Teseo. 
Divisó un río subterráneo. 
— ¿Por dónde entrará esa luz, y el agua? ¿será profunda?
Oye un rugido que se multiplica con el eco. 
— ¿Ahora qué saldrá de ésta caja china? No tengo un arma conmigo. ¿Se habrá ido? ¡Ay!, ¿qué me punzó la espalda? 
Se adhiere a los orificios de la pared. 
— ¿Qué es esto? 
Palpa algo blando y un olor nauseabundo se esparce. Se limpia la mano en la pared y se desprenden huevos que se quiebran entre sus dedos. Un chillido hiende el espacio. Busca con la cámara a su alrededor. 
—Allí está, parece un búho, no, es una lechuza. 
Mueve la cámara hacia distintos ángulos. Le parece ver pares de ojos que lo espían por todos lados. 
— Calma Samuel, calma, que aquellos ojos son distintos, pero quieto, que el rugido de hace un minuto, uuuff, ya no se oye.
Se escucha de nuevo el rugido. 
—¡Necesito salir de aquí, ya! El agua debe llevarme a la salida. 
Escucha un zumbido y siente que la caverna vibra, conmocionada, como si cobrara vida. No lejos de allí, se desprenden rocas. Luego, todo queda envuelto en una quietud misteriosa. 
—Tengo la sensación de haber percibido el desconcierto de cientos de animales. Creo que la tierra tembló. 
Se toca todo el cuerpo. 
—Gracias a Dios no me sucedió nada. Cuántos temblores debe de haber resistido esta caverna. 
Cuando se aplaca el polvorín limpia el lente de la cámara. 
— Eehhh, ¿qué pasó allá?, se produjo una escisión. 
Entra por la zanja y observa dos paredes; una escalera asimétrica parece conducir a una especie de cámara. 
Baja unas gradas, activa el zoom y encuadra las paredes. Tropieza y rueda por la gradería, cae bocabajo y se golpea la frente. 
—Eso, parecen signos. 
Acerca la cámara. Es una especie de talla sobre la roca. Saca del morral un cepillo de cerdas para el cabello y limpia con cuidado. Descubre un gran mural en alto relieve. 
— ¡Dios!, aquí hay un reno… esto parece un pastor con un cordero en sus manos. ¿Qué dirá esta leyenda? Esto… es un rey, pero su vestuario no es indígena. ¿Será que siempre existió la Atlántida? ¡Dios mío, toda la pared está cubierta de inscripciones! 
Su corazón salta de alegría. Ríe, luego llora y vuelve a reír. Imagina el aporte que ha hecho a la ciencia. 
—Yo, Samuel Spicker Méndez, ascendido a la fama. Esta caverna tendrá mucha, mucha más resonancia que la de Altamira. Ni punto de comparación. Importante descubrimiento, ¿no es supremamente trascendente, acaso? pasaré a la historia. 
Él, Samuel, corresponsal de la Revista Geographie, apareciendo en todas las planas de primera importancia en el mundo. Se sobrecoge, desconcertado. Es como si a la vez se le borrara de golpe todo ese mundo increíble y maravilloso, que cree ser el primer hombre en descubrir. 
Todo parece inundado por una gran luz. Está encandilado, aparta la cámara de su rostro, cierra por unos instantes sus ojos y mira a su alrededor. 
Sus ojos parecen salirse de las órbitas. Paralizado pestañea repetidas veces; entonces es que advierte una gran paz; han aparecido dos contornos lumínicos: un hombre y una mujer con túnicas largas. No parecen ser monjes ni sacerdotes. No de los que él conoce dentro de la historia universal. Efluvios de amor se esparcen en el ámbito; puede percibirlos; entonces, escucha una voz sin sonido: 
— «A esta hora del tiempo el hombre sigue esclavo de los siete pecados capitales. En ti, aún existen rezagos de orgullo y soberbia, pero ya es tiempo que los científicos, de hoy, confirmen la existencia de la Atlántida, el continente en el que hace miles de años, el hombre alcanzó mayor superación y logros espirituales». 
Samuel movió los labios pero sólo pudo pensar: 
— ¿Quiénes son ustedes? 
—Fuimos Kobdas y aquí vivimos un tiempo acompañados de renos, refugiados, cuando huíamos de piratas terribles, durante una gira de nuestra misión. 
Un rugido como de animal herido hendió el ambiente, desapareciendo la visión. Samuel se frota los ojos. Ya no siente miedo. Son muchas cosas. Ahora meramente desea regresar a la superficie porque recuerda que es de noche y que debe salir en directo en un documental de televisión. 
—Regresaré, sí; claro que regresaré; acamparé en este lugar por largo tiempo. 
Ahora ya no le interesa el protagonismo. Un telúrico sentimiento y deseo de investigación lo envuelve. Avanza guiado por los rayos infrarrojos, sumerge sus botas largas y gruesas en el agua. Un cocodrilo gigante viene hacia él. Vira bruscamente a su derecha y cae cada vez más hacia el fondo. Hace infructuosos esfuerzos por salir y, se acuerda que no lleva la cámara. 
— Ayúdame, Señor; el casete debe haberse estropeado.
Siente que una corriente lo saca a la superficie. Percibe de nuevo esa paz que lo inundó en la caverna. 
—Sí, ya no importa nada el pasado. Pero, ¿es que el pasado existe? ¡Otra vez la luz! ¡Cómo mil soles potentes! ¿Cómo es posible palpar tanta luz? ¡Pero, qué digo!, no hay nada qué preguntar, todo es pleno, ni el instante existe; ¡Dios!, qué pesado y largo era un instante, aunque fuera feliz. 
Samuel abre los ojos, se encuentra tirado sobre la escalera de piedra, se pasa la mano sobre el ojo húmedo, se lo limpia. Siente un dolor en la frente, encima de la ceja izquierda, desliza los dedos, tiene un hueco. Todo está oscuro. Mira a su alrededor y ve multiplicados los pares de ojos que lo observan con la complicidad del silencio. No encuentra la cámara. 
—No hay más remedio que esperar a que amanezca. Pero, ¿y las serpientes?, ¿y el rugido? ¡Dios mío, los dibujos que hallé en las paredes! ¡La aparición de hace un momento! Sí, he sido tan afortunado. Seguro que no me sucede nada malo esta noche. No haré ruido, buscaré la cámara cuando amanezca. 
El explorador se desmaya. 
Penetra una semiclaridad en la caverna, Samuel está tirado en el mismo lugar donde perdió la conciencia por segunda vez, se incorpora. 
—Me siento mejor. Aquí está la cámara. 
Enfoca febrilmente la hendidura y las paredes, sube y baja las escalinatas, busca y busca sin lograr encontrar rastros de signos, ni dibujos tallados. Un enorme sentimiento de defraude se apodera de él. Oye de nuevo el ladrido del perro. 
— ¡Señor, señor ¿todavía está allí? ¿no le pasó nada?!
— ¿Qué pasó anoche? —gritó Samuel. 
—Tembló la tierra, yo corrí con mi perro. ¡Salga, lo tengo amarrado afuera, no le va a hacer daño! 
— ¿Conoces estas cuevas? 
—No, señor, nadie de por aquí se atreve a entrar, ayer lo hice por agarrar al perro. 
Samuel sale con una mano en la frente a modo de visera. 
—Debo ir al hospital y ver enseguida qué grabó la cámara. 
— ¿Cómo dice, señor? 
—¡Eh!, no, nada. 
—¡Usted está herido! 
—No es nada, debo irme. ¡Hasta pronto, chiquillo!


Ciudad de Panamá, Noviembre de 2000

sábado, 5 de julio de 2014

EL DÍA EN QUE LOS PECES LLORARON


EL PESCADOR DE CHAMBACÚ

                                       «Cuando los peces se retiren moriré»
                                                                                                                                                   Magalla

Juan V Gutiérrez Magallanes

Nunca comió un pez que él no hubiese pescado, decía que el pez que llevaba a su casa debía habérsele enfrentado en franca lid. Era una diatriba entre un hombre y un animal maquinando pensamientos universales, cada uno de los pensamientos guardaba una equidad entre la solidaridad y la justicia. 
En aquella confrontación el hombre sustraía pensamientos al pez. 
También los peces cavilan para enfrentar sus batallas contra diferentes enemigos en el mundo acuático, y algunas veces contra el hombre, otro animal de cuidado por la forma como piensa y algunas veces traiciona. 
Aquel pescador conocía los secretos de los peces, había convivido con algunos, solamente separado por una pared gruesa permitiéndole captar  vibraciones, en especial de  los sábalos. 
Describía el corazón de los sábalos como un motor con capacidad para albergar pensamientos de solidaridad,  era un ser que podía vivir tanto en  aguas saladas como las del océano Atlántico, o dulces como las del río Magdalena, en extensiones grandes como pequeñas. 
El hombre tenía argumentos para combatir a los pescadores de peces pequeños. Decía que a través de la lucha los pequeños engrandecían el orgullo, además los peces que se resistían al adversario, eran valerosos, podían albergar nobles sentimientos en el corazón. 
Sentía respeto por la naturaleza, por esto en su recámara, tenía un altar para rendir culto a los peces. Era un hombre sin miedo para ver a los animales de frente, entre estos no ubicaba a los hombres de mirar soslayado, a esos no los invitaba a compartir el pez, guardaba mucho respeto por los animales que habían sido nobles en la lucha por la vida. 
Para comerlos tenía una sabia explicación, él debía consumir la fuerza del animal,  los pensamientos de ellos los guardaba en el corazón. 
Toda su vida pescó con vara o cordel, por estos medios lograba conocer la nobleza del pez, la resistencia para mantener la vida. 
Cuando vencía al pez en franca lid, lo miraba y lo llevaba a sus fosas nasales para sustraerle los pensamientos. 
Argumentaba que el pez  que más se resistía era el Jurel, pero éste no era un pez inteligente, se extraviaba en los colores de las diferentes algas, lo que hacía fácil vencerlo si se tenía suficiente experiencia en su lidia. 
No logré entender por qué decía que el Mero, era uno de los peces más inteligentes, llegando a superar al Pargo, pez de zonas abisales donde se hace difícil atraparlo. 
Jamás combatió contra peces pequeños, los miraba con respeto. Buscaba al pez de pensamientos sabios. 
Acumuló muchos pensamientos de peces. 
Su niñez la pasó en uno de los compartimientos de las Bóvedas de Cartagenam, con la familia, de allí pasó a vivir en El  Boquetillo, donde aprendió los secretos más escondidos de los peces. Tenía  mayor estimación por el róbalo, sin demeritar el aprecio que sentía por el Mero y el sábalo. Más sin embargo,  un día al contemplar la tristeza y el llanto de los peces del Caño de Juan Angola sintió fuerte opresión en el pecho, se le rompieron las fibras cardíacas  para morir al  instante… 
Algunas personas han visto su figura de viejo pescador de atarrayas, vagando entre los mangles de Chambacú. 
  

jueves, 3 de julio de 2014

EN EL PAÍS DEL ASOMBRO

PRIMER LUGAR ENTRE LAS CHUZADAS MÁS FAMOSAS
Rafael  E Yepes Blanquicett 
Álvaro Uribe, Ex presidente
1. En 1974, el entonces presidente de los Estados Unidos, Richard Nixon, del Partido Republicano, se vio obligado a renunciar ante las presiones por el más famoso escándalo político del siglo XX en ese país, el «Escándalo Watergate», el cual consistió en una serie de interceptaciones telefónicas ilegales orquestadas desde la Casa Blanca, con el beneplácito del señor presidente, en contra del Partido Demócrata.
 
La certeza de una acusación de parte de la Cámara de Representantes y de una inminente condena por parte del Senado, destituyéndolo en forma inmediata de su mandato, lo hizo dimitir públicamente ante el pueblo norteamericano, a través de un mensaje televisivo, en una calurosa tarde de verano, el 8 de agosto de ese convulsionado año. 
 

Richard Nixon, ex presidente
2. Cuarenta años después, en 2014, la historia se repite en Gran Bretaña, debido al escándalo por las interceptaciones ilegales en contra del periódico británico «News of the World», auspiciadas por Andy Coulson, ex portavoz y mano derecha del primer ministro británico, David Cameron, lo que podría provocar su caída inmediata. Las disculpas del «premier» no parecen ser suficientes y tienen muy preocupado al Palacio de Buckingham, pues Cameron, a sabiendas de sus oscuros antecedentes —Coulson fue director del tabloide hasta 2007—lo invitó a formar parte de su gabinete, y, aunque éste renunció al gobierno en 2011, nadie cree en la «inocencia» del «gentleman», por lo que su permanencia al frente del gobierno británico está en veremos.
 
David Cameron, P. ministro
3. Ocho años antes del «Coulsongate», y treinta y dos años después del «Watergate», entre 2006 y 2010, durante el segundo gobierno de Alvaro Uribe Vélez, estalló en nuestro país el sonado escándalo de las «chuzadas» del desaparecido Departamento Administrativo de Seguridad (DAS), en contra de líderes de oposición, magistrados, periodistas y funcionarios del Estado, el cual fue calificado por la Corte Suprema de Justicia como «una empresa criminal dirigida desde la Casa de Nariño».
 
Cuando todas las evidencias apuntaban hacia la responsabilidad de su exdirectora, María del Pilar Hurtado, y de su jefe inmediato, el ex presidente y hoy senador electo, AUV, éste la asiló, o mejor, la escondió, en la vecina República de Panamá, con la complicidad de su homólogo de entonces, Ricardo Martinelli, para evitar que con su testimonio se hundieran los dos.
 
En los dos primeros casos, un solo escándalo fue suficiente para tumbar al gobernante de turno o poner en peligro su estabilidad, mientras que en el tercero, a pesar de las chuzadas y los demás escándalos (Falsos positivos, Agro Ingreso Seguro, «yidispolítica» y parapolítica), el señor expresidente de la «Seguridad Democrática» sigue incólume y a punto de convertirse en senador de la república por cuenta de sus fanáticos seguidores, quienes lo idolatran y a quien consideran como «el Mesías Salvador», el «ungido», el «único» capaz de redimir al país de sus desgracias seculares.